SALUDA

Este blog, es una iniciativa de la Policía Local de Membrilla , nace con la idea de mejorar la calidad del servicio que prestamos a los ciudadanos de nuestra localidad , pretendemos , a través de este medio plasmar información práctica y de interés general.

miércoles, 29 de mayo de 2013

UNA MIRADA ATENTA AL CIBERACOSO


LO MALO DE LAS REDES SOCIALES, SI NO SE CONTROLA.


ESTOS ENLACES  CONTIENEN DE FORMA  AMENA ALGUNOS CASOS MÁS REPRESENTATIVOS DEL CIBERACOSO.








¿QUÉ ACTITUD DEBEN TENER LOS PADRES CUANDO PERCIBEN QUE SUS HIJOS SUFREN CIBERACOSO O GROOMING?
María Martín. Psicóloga, Carlos Chiclana. Psiquiatra | 21 Marzo 2012 |
El ciberacoso es toda aquella acción realizada deliberadamente para establecer una relación y control emocional sobre otra persona a través de internet. Cuando en esta situación se involucra a un menor el término empleado es “grooming”.
En los últimos años, el desarrollo de internet y otras tecnologías de comunicación e información (por sus siglas en inglés, ICTS) ha aumentado considerablemente. Este hecho favorece una mejora de la comunicación entre las personas, así como en la formación y educación de los más pequeños.
En la actualidad, el uso de internet está totalmente adaptado a la vida de los jóvenes, tanto es así que en un estudio realizado en 2009 por el Instituto Nacional de Tecnologías de la comunicación (INTECO) se obtuvo que más del 50% de los jóvenes españoles se conecta diariamente a internet.
Sin embargo, estos avances también producen nuevos riesgos para los niños que pueden afectar a su desarrollo personal, su educación y su bienestar. Entre ellos ha aumentado el riesgo de grooming y abuso sexual.
De acuerdo con el mismo estudio, se obtuvo que un 85% de los niños no sabría qué hacer frente a una posible amenaza en la red, y sólo el 1% acudiría a sus padres como primera opción. Estos datos demuestran una incapacidad de reacción por parte del niño, pese a que más del 80% del total que componían la muestra afirmaron haber recibido advertencias sobre los posibles riesgos de las ICTS procedentes del ámbito familiar (77.4%) y escolar (43.2%).
 Cuando a los padres se les pregunta acerca de cómo actuarían sus hijos, más del 30% creen que acudirían a ellos con el problema como primera opción. Además, la desinformación de los padres se refleja en su principal preocupación, que sus hijos desarrollen dependencia o uso abusivo (39.5%) de internet. Muy por detrás se encuentra el acoso sexual (9.9%) y la interacción con desconocidos (9.2%). Estos datos sugieren que los adultos necesitan más herramientas que les ayuden a saber valorar y apreciar la gravedad de los posibles riesgos a los que se enfrentan sus hijos.
Una de las formas más comunes de realizar grooming es mediante chantaje. El adulto consigue contactar con el/la menor por internet y logra que le envíen una imagen o fotografía comprometida. A partir de este momento, el abusador amenaza al niño con publicar su foto a todos los contactos si no le envía más. El menor movido por el miedo y la vergüenza cede y se ve envuelto en una espiral de la que no puede salir sin ayuda. Por este motivo se retrasan las denuncias, porque hacerlo supone destapar una acción personal “reprobable” y habitualmente desconocida por los padres.
Esta situación puede provocar gran estrés y preocupación al niño, y generar una disminución de la motivación para realizar sus tareas y actividades diarias. Además es posible que también muestre otros cambios en su comportamiento, como por ejemplo tener actitudes negativas con mayor frecuencia de lo normal, mostrar más grado de introversión, o hablar poco.
Como el problema transcurre a través de internet, todos los hábitos relacionados con este ámbito también se ven alterados. Por ejemplo, aumento de horas en el ordenador y uso de redes sociales o mostrarse más exigente con su privacidad mientras está en el ordenador.
Una de las posibles formas de evitar el grooming se fundamenta en dos puntos principales: conocer lo mejor posible el entorno y las interacciones sociales del niño y educarle sobre qué es el grooming y qué acciones y actitud debe tomar.
Con respecto al primer consejo se puede empezar por conocer a los profesores, entrenadores y otros adultos docentes que estén en contacto con el niño. También es interesante conocer a los padres y otros familiares que son más cercanos a los amigos de los hijos.
El niño además de interactuar físicamente con el resto de personas que le rodean, también lo hace a través de internet. Esto es especialmente importante porque es un medio de interacción relativamente nuevo para los adultos y probablemente los padres no lo hayan empleado en su infancia, pero nuestros hijos han crecido conviviendo con naturalidad con móviles y ordenadores.
Por lo tanto, es necesario que se muestren interesados y conozcan sus preferencias y hábitos en la red (preferencias musicales, deportes preferidos, juegos online más habituales y redes sociales que más frecuenta). Es de especial relevancia conocer estos aspectos porque la mayoría de interacciones en la red se produce entre grupos de usuarios que coinciden en un gusto o preferencia (un artista, un equipo, un grupo de música, un hobby u otros).
Una forma de lograr esto es fomentando una participación conjunta a partir de los 8-9 años. De este modo, el niño ve normal incluir las tecnologías en la rutina diaria familiar y no lo ve como un accesorio novedoso y fuera del alcance de sus padres.
  Como segundo punto es de vital importancia la formación y preparación preventiva que se pueda dar al niño ante estas situaciones. La forma principal de conseguir esto es  hablando con él y tratando de hacerle comprender y discernir entre lo que es un contacto apropiado e inapropiado -ya sea físico o a través de internet- y de que sea capaz de reconocer un comportamiento de grooming.
Es útil emplear un lenguaje apropiado para su edad y hacerle ver que tanto su padre como su madre actúan, piensan y opinan de la misma manera. Es muy importante un consenso entre ambos. También es productivo crear un ambiente de sinceridad, seguridad y apoyo.
A su vez es relevante enseñar y hacer ver al niño que acudir a sus padres es la mejor opción que puede tomar cuando tenga cualquier problema o preocupación. Que pase lo que pase, ellos siempre van a estar disponibles para que les cuente sus problemas sin que vayan a existir futuros castigos, críticas o prejuicios.
Si usted sospecha que su hijo está padeciendo grooming tiene que saber que debe actuar rápido pero no precipitarse. En un primer momento, trate de suprimir las interacciones con el individuo en cuestión. En un momento tan delicado como este, el bienestar de su hijo es lo más importante, y por ello debe de esforzarse en arropar, hablar, comprender y entender.
Hágale saber que estará seguro bajo su protección. De un modo paralelo, contacte de la manera más inmediata posible con las autoridades dedicadas a ello. Actualmente existen varias instituciones a las que acudir: Grupo de Delitos Telemáticos (Guardia Civil),  Brigada de Investigación Tecnológica (Policía Nacional) y la Fundación Alia2 son algunas de ellas.
Toda información que pueda obtener sobre la relación y los contactos que ha mantenido su hijo con el acosador será muy importante. Lo más aconsejable es pedir información y consejo a profesionales, tanto de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, como sanitarios (médicos y psicólogos). Entre todos, podemos ayudar a salir a su hijo y a su familia de esta situación.

¿QUÉ HACER CUANDO PRESIONAN A MI HIJO/A EN LA RED?

Pablo Lobato. Psicólogo. Carlos Chiclana. Psiquiatra. Consulta Dr. Carlos Chiclana. www.doctorcarloschiclana.com | 28 Mayo 2012 |
Ser un aliado del menor es lo primero y lo mejor que podemos hacer por un menor que está sufriendo un abuso a través de internet.
Los abusos a menores en internet han generado en los últimos años un encendido debate en pos de una mejor protección de los menores en la red. Los padres no siempre pueden ofrecer esta protección a causa del desconocimiento del modo en cómo podría ocurrir esto a su hijo.
Cuando leemos noticias como que “Agentes de la Policía Nacional han detenido a un menor de edad que, a través de las redes sociales, obligó a otros niños a masturbarse y mantener relaciones sexuales con él” (El Mundo 17/5/2012), nos podemos preguntar: ¿y cómo es que sus padres no sabían nada? Lo peor es que es verdad: que sus padres no sabían nada.
Además de miles de bondades Internet ofrece un espacio difícil de encontrar en otros medios: el anonimato. Esto puede favorecer que en ocasiones algunos individuos den rienda suelta a deseos e impulsos que no se atreverían a mostrar en público. Uno de los ejemplos más graves es el del abuso sexual. También el del anonimato que pueden utilizar nuestros hijos para exponerse sexualmente.
Podemos pensar que nuestros hijos sólo corren peligro si hay adultos que
los manipulan, sin embargo también entre ellos mismos pueden hacerse daño, exponerse, navegar por lugares de dudoso beneficio, ligotear, caer en charcos de barro o que un “columpio” de contenido desagradable les golpee: como cuando juegan en el parque. Copio literalmente otra noticia: “el ciberacosador de Chipiona (Cádiz) que se enfrenta a 359 años de cárcel, llegó a robar a alguna de sus 81 víctimas, la mayoría chicas menores de edad, vídeos  personales de carácter erótico, que tenían en sus ordenadores, y luego los subió a páginas web que suelen consultar pedófilos”.(El Mundo 16/3/2012).
Como padres nos podemos enfadar mucho con el ciberacosador, ¡no hay
derecho!,podríamos gritar, y es verdad, es ilegal y además: ¿qué hacía mi hija
con esas fotos de carácter pornográfico en las que ella era la protagonista?
Los abusos sexuales a menores es una problemática antigua. Es en este
momento histórico cuando ha sido posible situarlo en un plano más visible
todavía. Antes de que el uso de internet pusiera de manifiesto las redes de
pederastas y abuso sexual o las ingentes cantidades de imágenes de abusos
que proliferan en la web, los abusos a menores era en buena parte
desconocidos para la sociedad, aunque no para los profesionales de la salud
mental.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de abuso sexual?
La definición de abuso sexual, es compleja. Los expertos coinciden en que para hablar de abuso es necesario que exista la  interacción entre dos conceptos: la coerción (uso de la fuerza física, presión o engaño) y la asimetría de edad que impide la verdadera libertad de decisión y hace imposible una actividad sexual consentida, ya que los participantes tiene experiencias, grado de madurez biológica y expectativas muy diferentes (Cortés y Cantón, 2010).
Esta asimetría de edad no es únicamente entre un adulto y un menor, sino
también entre dos menores ya que hablaríamos de una relación de desigualdad entre dos personas, una con mayor habilidad para manipular y otra que no posee el mismo nivel (Echeburúa y Guerricaechevarría, 2009).
Vemos fácilmente el ejemplo de una joven adolescente que, ilusionada por los piropos de su amigo virtual, se ofrece a mandarle fotos suyas a través de la web sin conocer en absoluto la verdadera identidad de esa persona.
Desgraciadamente no es infrecuente que detrás de ese nick se esconda una
persona con otras intenciones. No dudará en extorsionar a la menor
amenazándola con el fin de conseguir fotos más intimas bajo la amenaza de
publicar las anteriores.
Así se explicaba una de las menores a las que chantajeó un adulto: “preguntada por la defensa sobre por qué voluntariamente había colgado
fotos en la página web (…) ella le ha contestado: "No lo comenté a nadie
porque me daba vergüenza" (El País 7/3/2012).
No se lo dicen a los padres, las denuncias se retrasan y el abuso se perpetúa
porque les da vergüenza que sepan lo que están haciendo o porque piensan
que les va a caer un broncazo o porque no saben si lo que ellos han hecho
también es ilegal y les pueden denunciar a ellos o porque no tienen a nadie de confianza con quien compartirlo.
Es muy importante que los padres conozcan que existen estas situaciones que escapan a su control. Los últimos estudios realizados en España, muestran que el 44% de los menores que navega con cierta regularidad se ha sentido acosado sexualmente en internet en alguna ocasión y la franja de edad de mayor riesgo comprende entre los 13 y los 17 años.
El 54,5% de los menores no ha recibido información alguna sobre las normas
básicas de seguridad a la hora de utilizar internet. El estudio advierte que no es posible contrastar cuántos y qué normas conocen aquellos que afirman haber recibido dicha información.
Y los padres ¿conocen las normas de circulación por internet para no salirse en las curvas?. Cada día, los padres son más conscientes de los riesgos a los que se enfrentan sus hijo/as a través de internet. Muchos, no obstante, mantienen la frase “eso a mi hijo/a no le va a ocurrir”.
No obstante, y como es lógico, ningún niño quiere experimentar algo así. La
mayoría de las  ocasiones, los menores son sometidos a chantajes o engañados y seducidos sin valorar las  posibles consecuencias de esos actos y las repercusiones ulteriores que el envío de determinadas fotografías puede suponer.
Cuando tenía 12 años estaba jugando con unos amigos al fútbol en un campo algo alejado de las casas. En un rato que paramos apareció por allí un tipo que empezó a hablar con nosotros. De repente le puso la mano en la entrepierna a uno. Este dio un salto y se puso a insultarle –los demás le acompañamos en los gritos- y el individuo huyó ante nuestra reacción. Ninguno de los hermanos dijimos nada en casa porque no le dimos mayor importancia, pero los otros sí lo contaron y sus padres a los nuestros.
Mis padres nos sentaron, en buen plan, para pedirnos que se lo contáramos. Nos escucharon, nos dieron ideas de qué hacer si ocurría en otra ocasión y se ofrecieron para que les contáramos siempre que quisiéramos. Ni nos regañaron ni nos prohibieron ir a jugar al fútbol donde siempre.
En este tipo de hechos, los padres tienen una ocasión magnífica para establecer una relación segura y de confianza con su hijo/a. Si sospecha que su hijo/a puede ser víctima de abuso a través de la red, lo primero que debe hacer es ser un aliado para el menor.
En ocasiones, ante una noticia de tal gravedad, es fácil que nos enfademos,
gritemos y castiguemos a los hijos, perdiendo la perspectiva de la necesidad de seguridad y  protección que en ese instante necesita el menor. Si el menor ha tenido la seguridad y la confianza para poder hablarlo con nosotros, es
fundamental que aprovechemos para permitirle hablar, desahogarse, comprender su punto de vista, que tenga la posibilidad de hacer un buen relato de los hechos sin sentirse juzgado o incomprendido. Informaos de quién es la persona que acosa a tu hijo, si es una persona conocida o no por vuestro hijo/a, si es conocida por vosotros, en qué circunstancias se realizaron las demandas del acosador.
Con toda la información podréis tomar las medidas más adecuadas para evitar que el daño siga creciendo. 
El siguiente paso es siempre denunciar a través de las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad del Estado (https://www.gdt.guardiacivil.es), quienes tienen unidades especializadas en las nuevas tecnologías. Al denunciar pones en conocimiento de las Autoridades la comisión de un hecho presuntamente delictivo, poniendo los medios adecuados para defender al menor y favoreces que puedan ser evitadas en un futuro estas situaciones.
Además para intentar prevenir estas situaciones puedes hacer lo siguiente:
formarte tú bien en este aspecto, formar a tus hijos (con la palabra y con el
ejemplo), hablar todos los días con tus hijos de su vida cotidiana, escuchar a los hijos, comentar noticias que hemos oído y aprovechar para dar
ideas concretas y explicar cuáles son los límites, ayudarles a trasladar los consejos que damos para situaciones similares a la vida en red, observarles con mirada atenta y cariñosa que nos permitirá conocer si algo pasa.


jueves, 9 de mayo de 2013

¡CUIDADO CON EL SMS DEL BANCO!



Nuevo timo: cuidado con el SMS del banco

Los mensajes SMS que envían los bancos a nuestros móviles avisando de las operaciones que realizamos con tarjeta son el blanco de un nuevo timo. Hay que estar atentos.

Los mensajes SMS que envían los bancos a nuestros móviles avisando de las operaciones que realizamos con tarjeta son el blanco de un nuevo timo. Hay que estar atentos.

Las nuevas tecnologías son terreno abonado para los ciberdelincuentes: phishig, spam y otro tipo de engaños están a la orden del día.

Esta vez, la alerta es provocada por los SMS del banco.

Muchas entidades bancarias ofrecen a sus clientes la posibilidad de enviar un SMS a su móvil informando cuando se realiza una operación con la tarjeta de crédito, así como del importe que se carga.

Pues bien, parece que este servicio, muy recomendable pues es una garantía adicional de seguridad en el uso de tarjeta, ha sido el escogido para “planear” un nuevo tipo de fraude a los consumidores.

¿En qué consiste?

Al parecer, envían un SMS informando de una operación inexistente, una compra con la tarjeta con la que le han cargado un dinero y facilitando un número de teléfono para contactar en caso de duda. Y, como es lógico, el usuario que recibe un SMS con el importe de una compra que no ha realizado se encuentra con que le piden le pedirán los datos de su tarjeta, número, fecha de caducidad, CVS para confirmarle que efectivamente se trata de un error, pero el número al que ha llamado no es el de su banco, por lo que le acaba de dar todos los datos a un desconocido.

¿Qué hacer?

Por tanto, si tiene dado de alta el servicio de mensajes al móvi, como un elemento más de seguridad, hace bien. Pero debe desconfiar y si le avisan de un cargo que usted no ha realizado, no llame al teléfono que le facilitan en el mensaje: llame directamente a su oficina bancaria o al número de contacto que aparece en la parte posterior de las tarjetas de crédito. Nunca llame al número que aparece en el SMS: es un ejemplo de “phishing” telefónico para hacerse con esos datos personales.

Para más información

Fraudes en cajeros automáticos

Nuevos intentos de fraudes on line

SMS Premium

Cantabria pone en marcha un programa frente al maltrato de hijos a padres


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Los servicios sociales cántabros van a empezar a trabajar con un nuevo programa para prevenir y atajar el maltrato de menores hacia sus padres y contarán para ello con el apoyo del Centro de Atención a la Infancia y la Adolescencia de Laredo, que se especializará en esta tarea.

La consejera de Sanidad y Servicios Sociales, María José Sáenz de Buruaga, ha presentado hoy la nueva estrategia de trabajo en un acto con profesionales del sector y del ámbito judicial en el que ha animado a las familias a buscar ayuda sin "vergüenza" ni "temor", tan pronto como surjan estas situaciones, para que no se agraven. 

Este programa de prevención de la violencia filio-parental es resultado de un trabajo que empezó en el año 2008 ante el aumento del número de menores con actitudes violentas hacia sus familias. Se empezó por estudiar la situación en ese momento, examinando todos los casos de menores atendidos en la región a lo largo de un año. El responsable de coordinar el trabajo ha sido el catedrático de Psicología Criminal de la Universidad de Valencia Vicente Garrido, autor del libro "Los hijos tiranos". En Cantabria, los datos muestran que los casos van aumentando en los últimos años. En 2009, por ejemplo, se adoptaron 23 medidas judiciales por violencia de hijos a padres, mientras que en 2012 fueron 31, casi un 35 por ciento más. Los hijos que maltratan a sus padres suelen tener entre 14 y 19 años (la edad media es de 16,5 años) y en el 80 % de los casos son varones. 

Las causas más frecuentes de este tipo de violencia están relacionadas con trastornos de conducta, como la hiperactividad, el trastorno disocial o el trastorno negativista-desafiante. Y también hay casos del denominado "síndrome del emperador", en el que, según ha explicado Sáenz de Buruaga, el menor "piensa que en su casa no hay más ley que la suya y que todos están a su servicio". Para Vicente Garrido, este tipo de violencia no es algo que haya surgido "de pronto" y piensa que el aumento tiene que ver en parte con un cambio de percepción. Según dice, en los años 80 y 90 se achacaban estas situaciones a "negligencia" de los padres en la educación de sus hijos, pero con la llegada de familias "normalizadas" a los servicios sociales se ha replanteado esa visión. 
Agencia EFE Santander, 22 abr (EFE).- 

“Mi hijo me agrede”

La posibilidad de que un hijo le pegue a su padre o madre se relaciona con procesos perturbadores que tuvo en la infancia. ¿Cuáles son los síntomas de que algo anda mal?

Violencia doméstica
Un hijo puede desafiar, provocar y hasta insultar, pero el pasaje a la acción de agredir físicamente a sus padres denota la imposibilidad de sostener “la palabra” como mediadora de los conflictos entre padres e hijos. 
La alternativa de agresión física para un hijo no se impone de un momento para el otro, sino que tiene una trayectoria vivencial sobre la que se fue construyendo. Un hijo agrede físicamente a sus padres sólo si a ese acto lo precede una intensa perturbación hacia ese hijo. 
Los procesos perturbadores durante la infancia son los que provocan severas alteraciones de la conducta de los hijos en sus diferentes etapas evolutivas. Cuanto más temprano se desarrolle en el contexto familiar, mayor será la posibilidad de que un hijo desarrolle agresividad física. 
Estos procesos no son muy visibles y suelen pasar inadvertidos para los padres. Los pueden provocar los padres y también el entorno social inmediato: otros familiares, amigos, la escuela, etc. Cuando los padres niegan este proceso que sufren los hijos, ellos suelen montar en cólera o desarrollan una sensación de ira, que puede derivar en una conducta de agresividad física.  
Los padres deben prestar atención a estos procesos perturbadores, para evitar futuras conductas violentas. Pueden detectarse observando cómo se desarrolla la vida cotidiana de un hijo en la familia. También en la escuela; de allí la importancia del contacto de los padres con los maestros.  
Los procesos perturbadores se pueden producir por:
- Conductas sobreprotectoras y avasallantes.
- Conductas negligentes y de indiferencia afectiva.
- Situaciones de maltrato o violencia familiar.
- Situaciones de acoso y maltrato psicológico (dentro o fuera de la familia).
- Conductas de descalificación y humillación (dentro o fuera de la familia).
- Procesos de duelo por muerte cercana o enfermedad terminal de un familiar.
- Mudanzas imprevistas.
- Desarraigo no elaborado
- Abuso sexual.
Los procesos perturbadores pueden ser:
Estados de ansiedad: irritabilidad, impaciencia, intranquilidad, desasosiego, hiperquinesia, miedos inmotivados, problemas para dormir, compulsividad en la ingesta de alimentos o golosinas. Durante la pubertad y adolescencia, consumo compulsivo de tabaco, alcohol o sustancias tóxicas diversas. También comerse las uñas, arrancarse mechones de pelo y lastimarse la piel rascándose.
Procesos de angustia: ensimismamiento, introversión, narcolepsia (sueño permanente), distracción, alteraciones de la memoria, hacerse pis en la cama, llanto persistente e inmotivado, mutismo selectivo (silenciamiento o decisión de no dirigir la palabra a determinadas personas), inhibiciones para encarar determinadas actividades, conductas fóbicas frecuentes frente a determinados objetos, fobias sociales, ataque de pánico, entre otros.
Síntomas físicos o psicosomáticos: problemas respiratorios sin causa orgánica, problemas dermatológicos, alergias, dolores de cabeza, caída del cabello, dolores abdominales sin causa, vómitos y diarreas frecuentes e intermitentes durante largos períodos, apneas emocionales (falta de oxígeno) por llanto prolongado que provoca desmayo, entre otros.

Por el licenciado Fernando Osorio, psicoanalista y escritor. Autor de "¿Qué función cumplen los padres de un niño?", de Noveduc Libros.



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